29. Termina una historia con: "Pero ese no era el final..."
Atrapado entre pesadillas
La oscuridad del manto nocturno se estaba al fin esparciendo, se podían ver los pequeños rayos del sol desde lo lejos asomándose. Abrió sus ojos mientras tenía la respiración acelerada el sudor lo invadía.
Aquella pesadilla que le impedía dormir había terminado al fin. Las únicas horas en las que él podía descansar era en las mañanas cuando al fin era tiempo de despertar. Sabia que debía pedir ayuda pues aquellas pesadillas cada vez eran más fuertes.
Siempre era casi lo mismo, dormir y al abrir los ojos su habitación estaba cubierta por una especie de viscosidad roja parecida a la sangre que dudaba si era o no sangre. Al levantarse con cuidado una melodía de caja musical se escucha al fondo y risas tras la puerta, la cual estaba asegurada con llave y le impedía salir.
Como anteriormente se mencionó, cada sueño era casi el mismo, pues variaba con el contenido que se encontraba en la habitación: cristales rotos manchados con sangre, dedos humanos por doquier, las ventanas abiertas pero un par de ojos enormes lo observaban junto a cada movimiento que hacía, muchas muñecas de porcelana que lo miraban todas alrededor de su cama mientras salían leves risas que llenaban la habitación. Pero siempre, la puerta estaba cerrada por completo, aunque con forme avanzaban las pesadillas del otro lado de la puerta se escuchaba algo acercándose y cada vez se escuchaban las pisadas más y más fuertes, junto a la risa de infantes junto con la melodía de aquella caja musical.
Se levantó de la cama y después de ducharse salió de la casa para poder buscar ayuda de un poder divino y lo consiguió. Realmente tuvo éxito pues pasado unos días luego de varias pláticas y sesiones, que muchos desconocemos de ello, logró encontrar la paz que necesitaba y poder dormir en paz.
Creía que todo había pasado y que ya nada lo atormentaría en sus sueños, pero ese no era el final...
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